domingo, 24 de enero de 2010

...Homicidio del Alma II

Al visualizar sus rostros, sintió miedo, después ira y coraje. Sentia que estaba atada de las manos y nada podia hacer para dejar de sentirse así. Paso un par de días mas en el hospital, estaba recordando cosas de su vida, a un buen ritmo. Lo suficiente como para que el doctor decidiera darla de alta, no sin antes pedirle que se inscribiera a uno de esos grupos de autoayuda para las personas que tienen problemas con su forma de beber. Haciendo caso omiso, ella siguió su camino.

Salió del hospital con su gabardina, el cabello y la piel limpias. Lucia diferente. Aunque sus mirada, y su alma, seguían en el mismo estado de olvido y abandono.

Antes de abordar el transporte urbano que habría de dejarla cerca de casa, echó una ojeada a los pasajeros, una mujer mayor, un par de niños. Una madre con sus hijos. Una pareja de novios. No había nadie que ella considerara un riesgo. Subio y pagó el importe. Busco un asiento para ella sola. Se quedó contemplando el camino. Desde el incidente, no se había dado tiempo para observar. En un alto. Se emparejo con el camión una camioneta bastante alta: al mirar por la ventana, pudo distinguir un rostro que la miraba. Le resultaba familiar, pero no sabia donde lo había visto.

Escazos minutos después, lo recordó… el había actuado como carnada cuando la atacaron… imágenes vinieron a su mente, sus manos comenzaron a temblar, su piel transpiraba sudor frío.

No podía moverse, el miedo la había paralizado. En su interior, algo comenzaba a surgir. Había llegado a su destino una oportunidad para tomar revancha… le tomaría algún tiempo recuperar la confianza en ella misma, a creer en que ella podría hacer algo.

Es difícil poder estar consigo mismo teniendo tanta culpa, rencor e ira en el corazón, por eso ella procuraba ahogarse en el alcohol, refugiarse en la oscuridad de la noche, de un lugar lleno de gente, de ruido, de contaminación; para no escuchar los lamentos de su alma echa girones, ni la voz de su conciencia…

A veces sentía inmensa soledad, aun estando acompañada, no sentía placer al comer, o beber. Podía estar días sin comer. Tenía miedo a estar con un hombre. No podía quedarse sola con él más de 3 minutos, la ansiedad y los recuerdos comenzaban a apoderarse de su voluntad…

martes, 19 de enero de 2010

...Soy...

Soy una mirada misteriosa
Soy el sol y la sal
El aire en tempestad y la mar en calma
Soy como el viento que ronda
Que ronda y vela tu ser
Soy la luz que encandila la vista
Soy una mancha en expansión
Un camino largo
soy lo que no quieres ver

El viento me persigue
El mar es quien me acoge
Soy un ave aturdida
Que perdió el sentido
Son los ojos
Tus ojos que me pierden
Es tu voz que me hipnotiza
Soy tu sendero y tu tropiezo
Soy tu agua y tu sol
Soy la mirada que te intriga
Y la vida que se acaba

Soy contraste,
Luz y sombra en un mismo instante
Agua y sed de un momento
Estoy aquí, presente ante tu mirar.
estoy allá, lejana y cerca
llena y vacía a la vez.

Soy tu principio y tu mi final
eres la luz y yo
oscuridad
soy el viento que te tira
y te arroja al fondo.

Soy tan solo un pensamiento,
una alucinación
un delirio, una creación de tu mente
no existo. Tu me invocas
no vivo, tu me vives.

Soy solo una pesadilla y tú
mi sueño tranquilo.
un momento, un segundo.
soy tu delirio, tu pesadilla y tú.

Soy tu cielo y tu gozo,
tu infierno y castigo.
tu comienzo, y final también.

Camino como el viento
destrozando caminos,
lloviendo lágrimas de sal,
dejando vacíos.
Soy la tempestad dormida,
ira calmada
como el mar
noble y violento.

Soy luna, soy sol, una estrella, una flor.
Lo dulce, amargo y salado en tus labios
un oasis en el desierto.
soy una piedra más en tu camino.

Soy todo, soy nada.
una fantasía en el azul celeste.
soy yo y soy tú.
Soy hoy, ayer, mañana y noche
estoy aquí, lejos y escondida.
dormida, despierta.
soy infinita y mortal.
Conozco todo, mas nada sé.
te veo, te siento, te huelo.
te escucho y pruebo tu sabor.

Soy una nube de lluvia,
lloro lágrimas de sal
formo arroyos que te ahogan,
y que inundan tus ojos.

Soy aire, mar y cielo.
estrellas, nubes y agua.
un alma lejana,
un alma cansada.
Soy esta noche, la luz y el amanecer
soy hermosa, soy día, media tarde, madrugada…

Soy agua que se funde en el mar,
fuego que se apaga
lágrimas que te embriagan.
…Soy todo y soy nada…

lunes, 18 de enero de 2010

...Homicidio del Alma I...

Mientras ella caminaba en la oscuridad de la calle, de sus ojos iban brotando lágrimas. Sus labios estaban deformados en una mueca que expresaba una mezcla de frustración, ira y tristeza.

Tuvo las manos atadas a su espalda. Su boca callada por un trozo de tela y cinta adhesiva. Y sus piernas atadas en una posición que la sobajaba al nivel de una mujerzuela. No podía moverse, ni gritar, ni sentir. Solo lloraba en silencio, suspiraba de dolor. Su ropa quedo sucia y destrozada. Pero mucho menos que su alma, solo quedaron girones, pedazos sin forma, sin brillo, sangrantes.

En su mirar, solo había vacío y dolor. En su corazón, si así podría llamarse, estaba almacenando ira, coraje… que sin lugar a duda saldría de una manera poco agradable. Predecible, sí. Aceptable, no.

Iba llorando; tenía el alma destrozada desde hace tiempo. No había podido sanarse. Tenia el cuerpo lleno de cicatrices de cortes profundos; el lugar predilecto para hacerlos era el interior de sus muslos.

Su sombra se proyectaba entre la calle y la banqueta, se tambaleaba un poco, efecto del alcohol que corría ávido entre sus venas. La gabardina que vestía, disimulaba su escases de masa muscular. Bebía como un marino, y se expresaba como tal. Trabajaba en un lugar de mala muerte.

Mientras caminaba rumbo a su casa, comenzó a sentirse perseguida. Quizá era una alucinación, producto de su mente enferma, o la presencia de algún animal nocturno. O ¿era una realidad?. Comenzó a voltear hacia atrás, como buscando a alguien que se ocultara entre los desniveles de las casas, o quizá entre los escombros de la casa derrumbada. Pero no había nada ni nadie… Gritó con fuerza que dejaran de perseguirla, que se fueran. Que la dejaran en paz. La respuesta fue el silencio, perturbado quizá por algunos insectos nocturnos y el eco de los ruidos de la ciudad. Pero nada más…

Tropezó con una piedra, perdió el equilibrio y cayó al suelo. Golpeando su cabeza en el filo de la banqueta. El resultado: quedó inconsciente. Un vecino se dio cuenta y llamó a la ambulancia. La llevaron al hospital público. No encontraron algún documento para avisar a algún familiar, ni siquiera un nombre con el cual llamarla.

Movió un poco sus dedos… y pidió algo de beber. Le preguntaron por su nombre, algunas preguntas sobre ella. Recordaba pocas cosas. Había logrado olvidar su pasado… quizá solo momentáneamente; dijo su nombre, dirección y donde trabajaba. En el suero inyectaron algunas medicinas. Le llevaron un desayuno sencillo y con el sabor característico del hospital. Medio lo probó y volvió a dormir, profundamente…

Entre sueños recordó aquel episodio, sintió otra vez la impotencia, frustración…la tristeza y el dolor… pudo vislumbrar los rostros que le habían matado el alma.

sábado, 16 de enero de 2010

...fantasmas…

Soñaba a veces que tu avión se había desviado hacia mis rumbos. Que tendría que pasar por ti, darte la bienvenida y darte un abrazo y un beso cálido. Decir que te había extrañado, que añoraba escucharte, mirarte a los ojos, sentir tu calor…

O también deliraba encontrarte en algún lugar de nuestros rumbos, topar mi mirada en la tuya, esa que conozco profunda y claramente.

No podía creer que estuvieras tan lejos, siendo que te sentía cercano aun, que recordaba como si no hubiera pasado el tiempo desde la última vez en aquel café, ese beso de despedida, junto a un abrazo que decía quédate a mi lado, no me dejes…

Meses pasaron, situaciones, personas, sueños, ilusiones… pero tu mirada, esa no ha pasado, se quedó aferrada a los hilos de mi alma, cosida entre la sutura de mis heridas; como un fantasma, rondando tras mi sombra, aterrando a quien se acerque.

Te soñaba… y me preguntaba porque lo hacía… la respuesta, era solo una: tu mirada estaba atrapada en mi… como en un laberinto que había olvidado pintar una salida. Ahí estaba mi fantasma: una mirada profunda, que atraviesa palabras, refugios, mentiras, historias, tiempos y lugares.

Es molesta, me fatiga ocultarla. Hasta duele. Duele tener que fingir que no hay nada más ahí adentro que lo que tiene que estar: Sus besos, sus caricias, palabras, gestos, las miradas furtivas, cariñosas, profundas. A sabiendas de que tenia un inquilino incomodo, con nombre y rostro, con historias en común, con momentos mágicos… decidí darle cabida a un segundo…