sábado, 30 de mayo de 2009

...lágrimas de sal...

...lágrimas de sal resbalando por mi mejilla,
cayendo de mis ojos cerrados,
diciendo palabras indecibles,
haciendo material, lo que nunca podré tocar.

mi voz acaricia bruscamente tu alma,
las manos caen entre las tuyas,
desatando la ternura en tus labios...

jueves, 28 de mayo de 2009

...aceptando culpas...

Si, acepto que hubo veces, hace tiempo, que me perdía en tus ojos. Que soñaba con acariciar tus labios y meterme en tus brazos.

Pero lo importante, es que te conocía, me dejabas ver tu mundo. Tu realidad tan apartada de la mía. Aun así, me deje llevar por tu esencia. Tu aroma, tu caminar tan peculiar. De tus labios, de tu forma de ser, de tu voz.

Eran horas… simples horas que pasaban sin pena ni gloria. O al menos eso creí… hasta que paso lo inevitable, tu mirada y mi mirada se perdieron la una en la otra. Sentí ganas de abrazarte y besar tus labios. Pero había muchas barreras que lo impedían.

Me quede con las ganas atrapadas entre el corazón y mis labios. No dejaba de imaginarte en mi vida, eras solo eso, un divague más de mi mente, un sueño, una ilusión flotando entre nubes de un quizá, y de un tal vez…

Nunca te percibí tan real, tan humano, hasta aquella noche, fue todo tan extraño. Te veías demasiado vulnerable. Supe que había algo de dolor, de coraje en tus ojos, pero tus labios, decían otra cosa. Que incongruente sonaste…

Ese primer beso, me hizo considerar que eras real, que no solo era una fantasía mía, que quizá, algun dia, todos esos divagues aterrizaran en tierra firme. Quizá si ese beso no hubiera existido, tu historia y la mía, no se hubieran cruzado nunca.

jueves, 14 de mayo de 2009

Era la hora indicada, mis pasos tenían que digirse hacia un lugar distinto, tenia que encontrarme otra vez en tus ojos, quisiera que no fuera la ultima vez, pero lo será.

Antes de salir, puse perfume en mi cuello, arregle mi mirada, puse mi cabello en su lugar, todo tenia que ser casi perfecto, casi perfecto para el adiós porque mi corazón debía dejarte ir. En el fondo sabia que iba a ser difícil, pero no por eso me daría por vencida, estaba dispuesta a luchar hasta el final.

Aunque me negaba rotundamente a dejar ir ese estado de confort, esa clase de soporte y comodín que me había acompañado desde hace uno años, a esa persona de siempre, a quien podía regresar después de un fracaso, de una decepción, de una aburrición, o de alguna rotura en el corazón.

Sabes que es lo mejor, me decía a mi misma, y lo repetía constantemente, quizá hasta lo creí real. Lo importante es que ya lo había decidido. Ya le había dedicado suficientes botellas de tequila, algunas llamadas de media noche, unas cuantas cortadas en mis muñecas y en mis muslos, litros de lágrimas, algunos tropiezos y deslices con tal de atraer su atención: ya era suficiente.

Cuando salí de mi casa, pensé que quizá te vería. No lo sabia de cierto, solo lo intuía. Podía sentir mis latidos cada vez que doblaba una calle. quizá te vería, quizá no.

Seguí mi camino. Las calles abarrotadas de gente, muchas miradas. Pero ni tu aroma ni tu mirada resaltaban entre la multitud. Subí esas escaleras, comenzaba a llegar ese olor tan sútil que deja el aguarrás y el oleo. Esa mezcla embriagante de imaginación y arte, de emoción plasmada en algo material.

Pero mi instinto me cegó. Quería verte. Terminar de olvidarte. Dejarte ir y esta vez para siempre. Seguir con mi camino lejos, muy lejos de ti y tu mirada, de tu arrogancia y tu orgullo, de tu falta de sinceridad.

Decidí seguir hacia arriba, hacer lo correspondiente como saludar y demás protocolos, no me sentí a gusto, finji demencia y huí.

Me fui hacia mi refugio emocional, a esos lugares mágicos que uno recuerda entre sueños, donde pasas momentos, instantes, que se van y jamas vuelven a ti, solo están en el recuerdo, y puedes traerlos a ti cuando te venga en gana, o suprimirlos y hacer como que nada paso.

Quería correr, llegar rápido, a ese lugar por donde no pasa el tiempo, donde nunca es demasiado tarde, y sabemos que siempre habrá alguien que nos abrace dulcemente.

No hubo necesidad de tocar la puerta, estaba abierto, como si me estuvieran esperando, había desorden, todo estaba fuera de lugar, estaba sucio. Nunca pensé que alguien hubiera entrado ahí aparte mí.

Subí las escaleras, sentía augustía en el ambiente, un poco de frió, de ese que cala hasta los huesos, me sentí sola y desprotegida. Comencé a llorar...

domingo, 3 de mayo de 2009

...voy dejando...

y dejo que mis ojos
seduscan al dulce de tus labios
que tus manos busquen entre mis cabellos,
las llaves del deseo...

que mis labios recorran suavemente,
tus labios sedientos de mis besos
y dejo que mis manos
acaricien tu alma

que las miradas hablen
que se digan palabras indecibles,
de esas que enamoran,
que hacen perder la razón...

que tus manos y las mias,
se entrelazen en un momento mágico,
y el tiempo se detenga,
mientras mis ojos se pierden en tu mirar.