viernes, 16 de diciembre de 2016

soy

Soy fruto de la búsqueda,
inquietante, curiosa e incesante,
de la paz,
de labios,
de mi paz.
De un amor que no acabe entre sollozos,
ni quede en el colchón.

Soy el resultado de un sueño
atado en el fondo del bosque,
de una poesía sin terminar, olvidada.
Soy las cenizas del fuego pasado,
que alguien esparció en los mares del ayer.

Soy mitad diosa, mitad diabla,
el tosco equilibrio del gris,
mezclado en la incertidumbre del quizás
montado en un laberinto sin salida.

Luego una sueña y
tiene esas ideas del amor romántico,
los ideales que están tristes,
lágrimas que no se cansan de brotar.

Después despiertas
ruedas desde una cama vacía,
entre sábanas frías, escuchando
un corazón que retumba en un hueco en el pecho.

Le di un par de vueltas a la cabeza,
(suele caerse por ahí)
Atranqué las ganas de arrojarme por la escalera.
le corté las venas al amor.

Volví a soñar, o ensoñar,
o a imaginar, da igual.
de tan gris que es la vida de la monotonía de la soledad.

Dejaré que mi cabeza ruede hasta el desierto,
que mi alma sea un oasis,
y que mis manos curen mi cuerpo.
Para que mi voz olvide tu nombre.



Esperanza

La libertad entre las rejas de la pobreza,
la vida escondida tras montañas de miseria,
sonrisas empotradas, comparadas a estrellas fugaces, en los ojos de los niños.

Había dado por extinto el asombro, y lo encontré entre miradas inocentes.
Sin embargo, la esperanza continua extraviada,
la busco con las manos poderosas, entre las izquierdas, entre las altitudes políticas,
en el pueblo, con los sabios ancianos y aún no la encuentro.