miércoles, 11 de febrero de 2015

Sobre política y sexualidad

Políticas sexuales - sexualidad política
posición política - posición sexual
sexo en la política - política previo al sexo
protocolos políticos - protocolos sexuales
Discursos para convencerte de  que te cojan ellxs
preferencia política - preferencia sexual
Elección - Erección
Eliges por quien votar - Eliges con quien rebotar
gobernante/pueblo - amo/esclavo

La política y la sexualidad tienen un  mismo origen de fondo: Poder.

El ejercicio de la sexualidad ha estado sujeto al control y regulación social.  La familia, la sociedad y la iglesia con base en una idiosincrasia judeo-cristiana crearon mecanismos donde la función del coito debe ser única y exclusivamente con fines reproductivos, condenando los métodos de anticoncepción, las relaciones homosexuales, la elección de no procrear, o interrumpir el embarazo. En primera instancia la educación en el seno familiar suele formar mujeres-objeto  y hombres-sujeto.

Una mujer- objeto de reglas, prohibiciones, normas, decretos, obligaciones, servidumbre.  Mujer objeto de deseo, abnegada al placer y a la elección.  Mujer con envidia del falo. Madre-esposa-esclava.

La complejidad de dejar colgado el paquete con el que nos paren: dolor, una escoba, algunas muñecas y trastes.  Después vendrán las muñecas estilizadas, con medidas exuberantes y calzando tacones imposibles, perfectas, moldeadas y deseables.  Nos educan a la doble jornada, a la doble moral, lo que tus hermanos si pueden hacer y lo que tú, no debes hacer.  Nos enseñan que papá manda y nosotras obedecemos.  Que hay que servir al hombre, que primero coma él, porque el merece más.

Los medios nos bombardean con mujeres objeto, sexualizadas desde pequeñas,  exaltando las características que sólo un pequeño porcentaje de la población posee.  Objetivando a las mujeres en la publicidad coartan las capacidades: Los senos que no piensan, los glúteos que posan, manos que muestran o sirven,  Miradas que seducen, labios que incitan.

Y por otro lado la proyección de un hombre proveedor, fuerte, exitoso, inteligente, con capacidad de elección y decisión en todos los sentidos.  No es el complemento de una mujer, si no la contraparte.  No es apoyo, es sumisión, desequilibrio y no se balancean equitativamente estos estereotipos.

Igual que el poder, es repartido inequitativamente.  El género y el poder están íntimamente relacionados, el acceso al ejercicio del poder sobre sí mismos, sobre hacer lo que a uno le plazca con su sexualidad es propio del sexo masculino, más no del femenino.  El impacto de esta premisa es visible en los usos y costumbres cotidianos, aunque cada ves con mayor sutileza.

Sin embargo, el camino al empoderamiento es largo, lleno de reflexión, consciencia, trabajo personal, búsqueda incesante, cuestionamientos que llegan hasta nuestros propios cimientos, y nos hacen tambalear.  Creencias que nos dan identidad, sentido y dirección.


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