entre las estrellas fugaces, destacan miradas contemplando el horizonte, meditando suavemente el existir, y no es cuestión de meditar, es vivir, disfrutar, sufrir los contrastes amargos, dulces y frugales de las caricias ensimismadas, de ese onanismo intelectual que acusa de profundos y sensatos idealismos, que no son más que polvo de soles antiguos
lineas sin dirección, pensamientos disconexos entre miradas del recuerdo y sensaciones extrañas...
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